Cuando mi papá murió.
"La muerte de mi papá me transformó. Después del dolor, me volví mi propio sabio. Crecí, superé retos y sigo adelante. La vida cambia, y yo también."
Cartas al pasado
Diego García, M.D CEO
A lo largo de mi vida me he enfrentado a diversas situaciones, pero sin lugar a dudas, la situación a la que más me enfrento es a mis propios pensamientos. Aunque parezca que todo puede estar controlado, aún existe en mí algo de duda. Esto pasa porque el miedo, la inseguridad y la desconfianza tienen un terreno fértil en mis creencias. Por ejemplo, si dicen que eres bueno en algo, te cuesta mucho creer que es verdad. Puedes pensar que te están molestando o solo te lo dicen por cumplir, dudas de tus verdaderas capacidades y eso me pasó durante mucho tiempo. Hablando de este tema con alguien, me dijo: “En cierta medida es bueno dudar un poco de uno mismo, porque eso hace que uno quiera superarse”. En cierta medida, encontré que sus palabras eran ciertas pero podían ser peligrosas, porque si mis miedos o dudas son más grandes que mi confianza o seguridad, iba a terminar destruido.
Creer que soy capaz de algo va más allá de solo pensar que puedo hacerlo, tengo que superar esas limitaciones mentales para poder hacerlo realidad. Creo que los momentos donde he sentido más esa limitación fue en la universidad, específicamente en las entrevistas y luego en las entrevistas de trabajo.
Pero cuando me enfrenté a esa etapa de la vida donde nos dicen y nos decimos qué vamos a hacer con nuestras vidas, de qué vamos a vivir, podemos entrar en una gran encrucijada, dando lugar al miedo de un futuro incierto. Donde las creencias de nosotros nos pueden jugar una mala pasada y terminar estudiando algo simplemente por hacerlo y terminar en un trabajo que no nos satisface ni nos llena, simplemente lo hacemos por percibir un recurso económico.
Un error que se comete es dejarse ganar por el tiempo, es decir, creemos o nos hacen creer que la vida es rápida, que toca hacer todo a la carrera porque rápidamente nos volvemos viejos y pum, se acabó todo. Entonces, esa carrera contra el tiempo, ese tic-toc de un reloj retumbando en nuestras cabezas, interrumpe nuestros pensamientos, nos agota y no somos capaces de pensar con claridad, y eso pasa sobre todo cuando tenemos que tomar decisiones importantes en nuestra vida.
La estrategia que he aprendido por experiencia, por estudio, es encontrar el ritmo. Cada uno tiene un ritmo diferente y ve la vida de manera diferente. Pero para encontrar ese ritmo sin que se pase toda la vida pensándolo, se debe iniciar con un trabajo consciente, es decir, pensar en qué me gusta, cómo me gustaría vivir la vida, evitar pensar que soy bueno. Es mejor pensar que me puedo volver bueno con lo que tengo. Piensa en un futbolista, puede tener un talento innato, pero si no se entrena bien, de nada sirve eso. Y en caso contrario, si no nace con ese talento pero se entrena, puede adquirir habilidades y destacar. Así que el primer pensamiento y creencia que se debe superar es el de decirse a uno mismo: “Yo no soy capaz, yo no soy bueno en eso, me voy a equivocar”, porque esos pensamientos nos bloquean y no nos dejan avanzar.
Esclaro que a lo largo de mis años he reconocido cuáles son mis limitaciones, pero me han servido para adaptarme y superarlas. Al principio, esas limitaciones eran muros grandes que no podía superar y me detenían. Ahora he encontrado herramientas para abrir huecos en los muros y seguir avanzando.
"La muerte de mi papá me transformó. Después del dolor, me volví mi propio sabio. Crecí, superé retos y sigo adelante. La vida cambia, y yo también."
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