Cuando mi papá murió.
"La muerte de mi papá me transformó. Después del dolor, me volví mi propio sabio. Crecí, superé retos y sigo adelante. La vida cambia, y yo también."
Temporada de Miedo
Diego García, M.D CEO
El trabajo soñado es un gran deseo para muchos, y dependiendo de cada persona, ese trabajo soñado tiene ciertas características, como un buen sueldo, tiempo, independencia, estabilidad y otras más. Sin embargo, algo común es que el trabajo que realizamos nos guste y nos sintamos cómodos en él. Actualmente, existe una tendencia a cambiar de trabajo con frecuencia, lo cual afecta procesos como buscar empleo cada 6 o 12 meses, porque no se logra tener o sentir esa comodidad anhelada, u otros factores asociados a lo que cada uno considera un trabajo ideal. Esta forma de ver el trabajo, en comparación con otras generaciones, especialmente para las personas mayores de 50 años, no era concebible. Antes, se trabajaba y si era un trabajo que brindaba estabilidad (cubriendo necesidades básicas para uno y su familia), no se pensaba en renunciar aunque no gustara, y se pensaba en trabajar allí hasta la jubilación.
El mundo ha cambiado mucho. El impacto de la tecnología en los últimos años y la velocidad con la que la información viaja y conecta al mundo han generado esta ola de búsqueda de un trabajo que no solo proporcione estabilidad económica, sino que también nos haga sentir bien, y ese sentirse bien también implica que lo que hagamos tenga sentido.
La vida en general, y esa parte que llamamos vida laboral, no puede ser de extremos. Debemos encontrar un punto medio. Ninguno de los dos extremos, trabajar toda la vida en un solo lugar aunque no guste, o cambiar de trabajo cada 6 meses porque no nos sentimos cómodos, tiene un precio muy alto que pagamos con nuestra salud mental. Entendiendo por salud mental ese bienestar emocional con efectos físicos en cada uno de nosotros. Pasamos días enteros pensando y pensando qué hacer, y cuando entramos en este modo, estamos experimentando una fatiga cognitiva como resultado de pensar demasiado y durante mucho tiempo. Si la mente está cansada, tendremos los siguientes efectos: 1. No pensaremos con claridad. 2. No analizaremos las cosas de manera adecuada. 3. Cometeremos errores al tomar decisiones.
Entonces, ¿qué hacer? Lo primero es conocer nuestra realidad financiera. Llega el momento de tomar papel, lápiz y calculadora, y hacer cálculos. Esto nos servirá para darnos cuenta de si estamos en déficit o no, y también para hacer proyecciones. ¿Te has preguntado cuánto debes ganar para vivir cómodamente según tus necesidades? Lo segundo es analizar la situación a partir de la realidad financiera. Si estás en un trabajo que no te gusta o no te sientes cómodo, es momento de analizar por qué te sientes así. No te apresures a tomar una decisión, ya que podrías terminar en un trabajo en el que te sientas peor o incluso sin trabajo, lo que empeoraría tu situación. 3. Analiza de manera tranquila y detallada cuál sería ese trabajo soñado. Recuerda que debe ser algo real y posible. También ten en cuenta que todo requiere un proceso y si tu objetivo es tener ese trabajo, mira qué requisitos debes cumplir para alcanzarlo. A medida que observes más detalles y analices en profundidad, tendrás mayor claridad y podrás apuntar hacia un trabajo que te permita desarrollarte en tu ámbito profesional y personal, evitando así buscar un nuevo trabajo cada seis meses. Este proceso, además de ser agotador desde el punto de vista del reclutamiento para las empresas, es desgastante para ti debido al proceso de adaptación que implica comenzar un trabajo nuevo.
“Quien persigue un sueño tiene una vida y mil posibilidades por delante”
"La muerte de mi papá me transformó. Después del dolor, me volví mi propio sabio. Crecí, superé retos y sigo adelante. La vida cambia, y yo también."
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