Creo que una de las experiencias que mas esperamos es la de trabajar, por que nos permite, ganar dinero y tener libertad financiera, podemos comprar lo que deseamos. Recuerdo claramente la primera vez que gané dinero, ¡una sensación electrizante de orgullo me invadió! Rápidamente decidí mostrar mi gratitud a mis padres con un regalo especial. Sin embargo, a medida que crecía, el trabajo comenzó a devorar mi tiempo y energía, convirtiéndome en una máquina que seguía una rutina sin considerar mis emociones. ¿Cuándo perdí el rumbo y me convertí en un superviviente en lugar de vivir plenamente?

¡Pero ahí está la clave! No somos máquinas, somos seres humanos, y nuestras emociones importan. La tristeza empezó a llamar mi atención, recordándome que la felicidad no es solo el día del pago. Una realidad compartida por muchos, ya que un abrumador 85% de los trabajadores norteamericanos no se sienten motivados en sus empleos. Pero esto no solo afecta el trabajo, también impacta en nuestros hogares.

¡El trabajo es más que cumplir una rutina! Es el camino para vivir con pasión y plenitud. A medida que evolucionamos, nuestros gustos y sueños también cambian, y está bien. Para alimentar la pasión, necesitamos equilibrio y una estrategia para hacerlo es evaluar qué es realmente importante para ti: ¿familia, trabajo, educación, salud, espiritualidad, economía? Descubre cómo te sientes en cada aspecto y, si algo falta, dedica tiempo para enriquecerlo. Este es un ejercicio que idealmente se debe hacer cada 3 a 5 años. Imagina que tu vida es como una torta compuesta por varios pedazos, no solo por uno.