Desafíos de la Percepción en la Era Digital:

La Realidad Detrás de las Interpretaciones"

Diego García, M.D CEO

En muchas ocasiones, tendemos a creer que todo lo que pensamos es real. Nos aferramos a nuestras percepciones y asumimos que así son las cosas, especialmente en la actualidad, con el auge de la tecnología y las redes sociales. Sin embargo, se ha vuelto cada vez más difícil diferenciar de manera clara lo que es auténtico de lo que no lo es.

Las personas utilizamos nuestros sentidos para construir nuestro mundo real. Somos como Santo Tomás, ya que necesitamos ver para creer. Pero también necesitamos sentir, escuchar, tocar, oler y saborear las cosas. Estas experiencias sensoriales nos permiten crear en nuestra mente una representación de lo que está fuera de nosotros. Es importante mencionar que nuestra percepción de ese mundo exterior está determinada por dos factores: el grado de desarrollo de nuestros sentidos y las creencias arraigadas en nuestra mente acerca de cómo son las cosas.

¿Quién no ha experimentado escuchar algo, pensar en una cosa y luego, al escuchar nuevamente o al respaldarse en la visión, darse cuenta de que su primera impresión ya no es válida? Nosotros, como seres humanos, no poseemos los sentidos más desarrollados en el reino animal. Hay animales que tienen una mejor visión, como las águilas; un mejor olfato, como los perros; o un sentido del tacto más agudo, como los cocodrilos.

Nuestro cerebro, en su función interpretativa, crea una versión del mundo basada en nuestros sentidos. Sin embargo, esta interpretación está sesgada por nuestras creencias. Por lo tanto, si vemos algo y creemos que lo estamos viendo de una determinada manera, generaremos emociones y emitiremos juicios en función de esa creencia. Pero cuando nos damos cuenta de que estábamos equivocados, cambiamos nuestro concepto inicial.

La interpretación, entonces, da lugar a diversos mundos, y cada uno de ellos abre o cierra oportunidades, genera malestar o bienestar, éxito o fracaso, felicidad o sufrimiento. Esto significa que si nos detenemos y nos permitimos hacer una pausa, analizando las situaciones y experiencias sin apresurarnos a juzgar cómo creemos que son las cosas o cómo son en realidad, podemos adoptar una perspectiva diferente. Esto nos brinda la oportunidad de aprender más y sentirnos mejor.

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